jueves, 17 de diciembre de 2009

MAGGIE (Fragmento)

MAGGIE Y SUS CAJAS

El día que Maggie se fue, dejó cuatro cajas llenas de ropa apiladas en el suelo del vestíbulo. Dijo que volvería a por ellas cuando consiguiera un coche más grande. Un mes después, aún seguían allí, en medio de la entrada. Me había propuesto olvidarla, al fin y al cabo no podía hacer otra cosa, pero aquellas cajas me lo impedían.
Día tras día, la prosaica presencia me llegaba con todo su mensaje contenido, como una burla insidiosa ensañándose con mi dolor.
Me enfrenté a la tentación de creer que la intención de Maggie había sido, precisamente, conseguir que no la olvidara. Con esos oscuros recursos que solía emplear cuando intentaba, y la mayoría de las veces conseguía, manipularme, provocar alguna reacción perfectamente estudiada que iría, de forma matemática, a encajar en una estrategia más amplia, más elaborada, calculada en sus mínimas consecuencias. Sin embargo ese estilo tan odiado durante el tiempo que duró nuestra convivencia, resultaba piadoso frente a la evidencia, cada vez más certera, de que Maggie, simplemente las había olvidado.
No era necesaria demasiada agudeza para deducir que, junto con las cajas, el olvido había invadido a mi persona, a la habitación de la pensión en la que fuimos felices a ratos, a nuestras miserias compartidas. Maggie me había olvidado y yo no podía arrancarla de mi desconsuelo.

Diana

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